Saturday, August 13, 2005

ECOLOGIA CULTURAL

LA ECOLOGÍA CULTURAL Y LA VALORACIÓN DEL SUJETO EN LATINOAMÉRICA.


Cuando en occidente se comenzó a tomar conciencia de las enormes repercusiones que para la humanidad tiene el deterioro del medio ambiente, la reflexión se centró en la dimensión biológica que este fenómeno tenía, olvidándose al hombre como sujeto cultural interactuante dentro del ecosistema. Este olvido es fácil de comprender si consideramos que las ciencias sociales, encargadas por excelencia del estudio del sujeto cultural, definieron el modo en que las distintas culturas que habitaban sobre la tierra se vinculaban con sus medio ecológicos. Ello, considerando como punto de partida, la forma en que el propio hombre occidental establecía dicha relación, al menos desde principios del siglo XIX, atribuyéndosele a las diversas modalidades de relación posible, un lugar diferente en las etapas de evolución de la mente humana.

Lo anterior se presentó con tal intensidad, que aquellas culturas que no fuesen capaces de hacer una clara opción por la creación de sofisticadas maquinarias de guerra y, por sobre todo por un cierto tipo de tecnologías que permitieran la optimización en la apropiación del medio ambiente, eran consideradas como primitivas, ya que ocupaban metafóricamente el papel de los “primates” en la escala de la evolución cultural. La falacia consistió en creer que el modo en que occidente se relacionaba con su medio ambiente, era, en términos de la historia de la cultura, el mejor de los posibles.

Sin embargo, hasta hace un tiempo, esta apropiación no significó otra cosa que la destrucción del delicado equilibrio entre hombre y naturaleza. Y aunque no es nuestro intento reeditar la visión rousseuneana del “buen salvaje” (1) - ya que sabemos en determinadas circunstancias han existido culturas no occidentales que han depredado sus respectivos medio bióticos- apostamos al hecho que lo más común en la adaptación y lo más inusual es la depredación del ecosistema. El hombre lleva varios millones de años sobre la tierra generando cultura y coexistiendo con el medio ambiente, mientras que la crisis ecológica del mundo moderno no es más que un fenómeno de últimos dos siglos. Es así como planteamos que el hecho que una cultura sea capaz de convivir durante miles de años con su ecosistema sin depredarlo, no obstante procurar la subsistencia de los miembros de esas comunidades, constituye una sofisticadísima creación cultural, más compleja que el más elaborado sistema filosófico o la más elevada formulación racional de

tipo científica. La posibilidad que una sociedad conviva equilibradamente con su medio conlleva el entrelazamiento de los distintos ámbitos de la cultura (religión, economía, política, etc.).

EL ORIGEN DE LA ECOLOGIA CULTURAL

Las ciencias sociales son directamente herederas de un proceso social de la cual aún damos cuenta, y este proceso es denominado genéricamente como MODERNIDAD. Para dimensionarlo debemos, antes que nada, dar cuenta de los dos procesos básicos que le dan

origen y sentido; uno de ellos es cultural, el otro es económico y tecnológico: En el plano cultural ha sido la ILUSTRACION y su apelación a la búsqueda de la emancipación humana por medio del uso de la razón, la base ideológica sobre la cual la modernidad se ha construido. En el plano económico y tecnológico es la REVOLUCIÓN INDUSTRIAL el proceso que define a la modernidad, en tanto las alteraciones que en el plano económico y sobre todo ecológico, acarrea la complejización de la tecnología, tienen profundas implicancias sociales y culturales para occidente desde el siglo XVIII en adelante. Decimos que las ciencias sociales, derivan directamente de la modernidad, puesto que son, ante todo, un intento de interpretación de la realidad, que surge desde las preguntas que preocupan principalmente al hombre europeo del siglo XIX. Ese hombre que debe vivir la modernidad, con la correspondiente alteración de la relación con la naturaleza que dicho proceso conlleva. Lo anterior se vincula directamente con la Ilustración, en tanto estas ciencias surgen como un intento de interpretación racional del mundo. Ello, a partir del medio que la ilustración prefiere para hacer uso de nuestra razón, a saber, el método científico. de este modo, en la afirmación que sostiene que mediante el uso de la razón, es posible liberarse de las ataduras que su no uso acarrea, se sitúa aquello que ha sido denominado como proyecto de la ilustracion (2), que constituye, un punto fundacional para

la modernidad. La sociología se origina en el intento de explicar, interpretar y predecir fenómenos sociales y culturales derivados directamente de la revolución industrial. Entre dichos fenómenos encontramos, por ejemplo, la formación de nuevos estratos sociales, la migración campo ciudad, la situación de la clase obrera, el paso desde la familia extendida a la familia nuclear etc. Por su parte, la antropología surge a partir de la necesidad de dar cuenta de aquellas culturas caracterizadas como “bárbaras” o “salvajes” en tanto sus expresiones culturales, tanto en el plano material como ideacional son, en muchos casos, radicalmente distintas de las formas culturales propias de la modernidad. Es por ello que la sociología surge como un intento de interpretación de los fenómenos sociales “de” la modernidad y “desde” ella, y la antropología como un modo de dar cuenta de aquellas sociedades que se encontraban fuera de los límites de este proceso.

Cuando la antropología intenta estudiar al ser humano como sujeto cultural, debe aceptar la estrecha relación entre hombre y medio ambiente. Para esto, elabora un concepto de cultura, que aunque en algunos casos ponga énfasis en el estudio de la cultura ideal, no puede negar la estrecha relación que existe entre las características de una cultura y el medio biológico donde ésta se desenvuelve. Esto es, sin duda, coherente con el origen histórico de las ciencias sociales, que, como ya señalamos, intentan una interpretación racional del mundo a través de la utilización del método científico; mientras que el sujeto cultural es comparado desde una perspectiva que trata de liberarse del etnocentrismo que supone una interpretación no científica. Dicho intento, aunque no fue logrado cabalmente, supone una nueva comprensión del “otro” cultural. La aproximación de la antropología al vínculo entre hombre y naturaleza es una aproximación al modo en que el temor a Dios y al

mundo natural van definiendo a la cultura. La antropología ecológica en particular, es una subdisciplina de esta ciencia cuyo principal objeto de estudio es el nexo entre cultura y medio ambiente. Desde ella surge, en la década entre cultura y medio ambiente. Desde ella surge, en la década del 50, una teoría que intenta superar los límites que una subdisciplina supone, para convertirse en un principio interpretativo de toda la antropología. Lo anterior en virtud que su premisa básica es que la relación entre hombre y medio ambiente constituye la base sobre la cual se define la cultura.

Uno de los primeros teóricos que al interior de la ciencia antropológica hace un esfuerzo por definir esta teorización es Leslie White. Este autor, desde categorías neo- evolucionistas trata de situar en el centro del debate, el vínculo entre hombre-naturaleza sin restringir el estudio de esta relación al ámbito de la cultura material. Por su parte, en la década de los 60 Marshall Sahlins reedita esta proposición desde el substantivismo antropológico (3), en tanto plantea que el estudio de las relaciones materiales al interior de las sociedades primitivas, no puede regirse por las definiciones clásicas que nos proporciona la ciencia económica en occidente; ello como consecuencia del hecho que ni las necesidades son necesariamente ilimitadas ni los bienes son obligatoriamente limitadas, dependiendo esto más bien del modo particular en que cada cultura opta por relacionarse con su medio ambiente.

EL VINCULO ENTRE HOMBRE Y MEDIO AMBIENTE EN AMERICA LATINA


La investigación antropológica en América Latina es abundante desde principios de siglo, tanto en lo que se refiere a data etnográfica, como en lo relativo a la elaboración teórica. Sin embargo, esta antropología de la primera mitad dl siglo XX, es sin duda, una antropología del “extraño”. Es decir, es una disciplina hecha por el extranjero que intenta conocer una cultura distinta a la suya, ya sea motivado por intereses coloniales, o “por una auténtica curiosidad científica”.

Son numerosos los ejemplos de trabajos por extranjeros en Latinoamérica, principalmente europeos, quienes debían escoger entre trabajar con pueblos africanos o con extrañas culturas americanas, como los mapuches, los onas, los bororo o los nahualt. Una muestra de ello la constituyen autores como el padre Martín Gusinde, quien, en base a un trabajo sistemático con onas y yaganes, dio a conocer estas culturas a nivel mundial. Estos investigadores, a partir de un desconocimiento total de las culturas que intentaban “llegar a entender”, y en las cuáles fueron adentrándose, vieron en la relación entre hombre y medio ambiente un elemento fundamental para la comprensión de dichas culturas. Este tipo de antropología realizada por extranjeros, ha sido permanente. Basta recordar la obra de C. Levi-Strauss en el Brasil con los bororo, las continuas investigaciones realizadas con los mapuches y referidas al ámbito de lo ecológico, que era visto a partir de diversos marcos teóricos. Entre ellos encontramos el difusionismo de Martín Gusinde, el funcionalismo de Mischa Titiev, el particularismo histórico de Faron, etc.

Creemos que la antropología realizada por extranjeros es un tipo de labor científica llevada a cabo en términos muy occidentales. Sin embargo, es gracias a la lectura de estos extranjeros – y también gracias a la salida de becados latinoamericanos a realizar estudios a Europa y a Estados Unidos- que se toma conciencia de la estrecha relación entre cultura y medio ambiente. El rápido proceso de “occidentalización” de las culturas autóctonas latinoamericanas- como consecuencia del proceso de contacto sostenido entre la cultura europea y los aborígenes- da lugar al cambio de éstas últimas, pero también da nacimiento alo que se conoce como “sincretismos”.

La comprensión de éste fenómeno por parte de los investigadores latinoamericanos, pomueve la búsqueda de una identidad propia – hija del cambio y del sincretismo- que comienza a entenderse como producto original de nuestros pueblos. Esta búsqueda tiene mucho que ver con el proceso de descolonización vivido por el continente y con movimientos políticos de izquierda que tienen su origen en la primera mitad de este siglo. Es entonces a partir del trabajo con los pueblos “primitivos” de la Región, que los investigadores latinoamericanos toman conciencia del cambio cultural y del sincretismo al que aludíamos con anterioridad. Ello lleva a la antropología – al igual que a otras ciencias sociales en Latinoamérica- a preocuparse por el tema de la identidad. Esta búsqueda, de la misma manera que en la sociología, supone una vuelta hacia la relación entre hombre y naturaleza ya que los pueblos “primitivos” sufren una dramática transformación.

IDEOLOGIA Y ECOLOGIA CULTURAL


Desde la ciencia social clásica se nos plantea que la...”naturaleza es la continuación del cuerpo del hombre”..., y los economistas empiristas ingleses como Malthus, nos dicen que la explotación irracional del ecosistema sólo puede tener como consecuencia la hecatombe de la sociedad que la practica. En la historia de la antropología cultural la valoración del nexo entre hombre y medio ambiente ha sido permanente, sin embargo ha existido una diferenciación clásica entre dos grandes tradiciones científicas; una materialista que subraya lo relativo a las elaboraciones materiales de cada cultura o tecnofacturas, y una idealistas que pone énfasis en las creaciones ideológicas o ideofacturas.

En el desarrollo del pensamiento científico nunca se produce en una torre de cristal. Por el contrario, el lazo entre ciencia y sociedad hace que determinados procesos de reflexión teórica en el ámbito científico, estén vinculados a las problemáticas de cada sociedad en particular. Es por este motivo, que los movimientos ecologistas surgidos en Europa y Estados Unidos han desarrollado un diálogo fructífero con la antropología ecológica, extrayendo categorías analíticas que han dado consistencia a su discurso ideológico.

La crítica fundamental extraída desde la antropología ecológica por parte del movimiento ecologista, señala que la radicalización de la lógica de un ámbito o sistema de sociedad – como es el caso de lo económico en la sociedad actual- genera una ética autorreferente que autolegitima toda la acción o proceso que convenga a los fines de ese sistema (4). Se pierde así de vista el sentido de los procesos macrosociales y por sobretodo, el bienestar de los sujetos concretos que están a merced del costo social de la radicalización de los fines del sistema particular.

Desde esta lógica autorreferida, las ideologías del desarrollo en América Latina, han implicado, en muchos casos, un alto costo social, el que se paga, no sólo a través de la explotación de la mano de obra, sino también a través del sacrifico de los ecosistemas. Estos son inmolados como víctimas propiciatorias en pos de un desarrollo que nunca se logra, pero cuyos costos son onerosamente pagados, especialmente por los más pobres quienes, en razón de su pobreza, son más frágiles a las rupturas del equilibrio macro biótico.


ALGUNOS PRINCIPIOS DE LA ECOLOGIA CULTURAL A CONSIDERAR EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO


Aún son impredecibles las proyecciones que la ecología cultural puede tener en nuestro medio. Sin embargo, resulta interesante destacar algunos principios que hoy tienen repercusión concreta en el debate sostenido al interior de la ciencia social latinoamericana:

*La dialéctica hombre/naturaleza es el hecho fundante de la condición humana.Esta propuesta antropológica intenta superar la dicotomía entre materialismo e idealismo en la epistemología antropológica. Ella, más que poner un énfasis en lo tecnofáctico o en lo ideofáctico, centra su interés en la dialéctica entre hombre y naturaleza, cuyas consecuencias son las llamadas “relaciones culturales”. Esta concepción surge desde la antropología económica, que cuestiona la premisa básica de la economía tradicional. Dicha premisa afirma que, como ya se indicó, los bienes son siempre limitados y las necesidades son ilimitadas. La antropología ecológica en cambio, sostiene que las necesidades son elaboraciones culturales y dependen del tipo de relación particular que el sujeto cultural mantenga con su medio ambiente.

La dialéctica entre hombre y naturaleza supone un tipo de intercambio de energía en el cual, el poder transformador del hombre sobre ésta última, opera simultáneamente con la capacidad que ella posee para condicionar los procesos culturales. De ésta manera, el vínculo entre el individuo concreto y su medio biótico constituye un proceso dinámico, en el que la separación entre naturaleza y cultura resulta verdaderamente imposible. Lo anterior se fundamenta en el hecho que, ni naturaleza ni cultura son posibles de observar químicamente puras. El sólo proceso se pone en juego cuando el hombre observa un medio biológico, está condicionado por la dialogía o interpretación particular que éste realizará en su calidad de observador. Dicha interpretación estará a su vez determinada, por los “ojos” que la cultura da al observador para dar cuenta del mundo. Por lo tanto, si la interpretación dialógica es un proceso culturalmente determinado y si la cultura se vincula dialécticamente a la naturaleza, la posibilidad de hablar del medio ambiente está entonces culturalmente determinada. Miramos la naturaleza con los “ojos” que nuestra cultura nos proporciona, y estos “ojos” están condicionados por el modo en que concretamente nuestra cultura intercambia energía con la naturaleza.

*La cultura es una forma de vincularse adecuadamente con el ecosistema de manera de generar ciclos reproductivos que permiten la sobrevivencia de la sociedad en el tiempo. Para Bronislaw Milanowski, la cultura es un patrimonio instrumental por medio del cual, el hombre se encuentra ante la posibilidad de satisfacer las necesidades que la naturaleza le plantea. Ello, teniendo en cuenta, tanto su condición de ente biológico, como su condición más amplia de habitante de un medio ecológico determinado. En este sentido podemos deducir que la cultura no es sólo un modo de acceder al medio ambiente, sino que tiende a ser, el mejor posible considerando nuestras necesidades biológicas instintivas y permitiendo la sobrevivencia del sujeto cultural por medio de la producción, reproducción y transmisión de pautas culturales.

No obstante, ¿cómo explicar desde esta perspectiva el desastre ecológico?...Como ya expresamos, nada nos asegura que una cultura no pueda romper el delicado equilibrio que le es necesario mantener con su medio ambiente. Sin embargo, para la antropología ecológica este equilibrio se produce, por lo general, a partir de la existencia de procesos de acumulación que destruyen la simetría del intercambio entre los miembros de la sociedad.Es decir, cuando el acto de intercambiar ofrendas (sean estas mujeres, utensilios, alimentos, etc.) es substituido por una relación vertical en que la aparición de la acumulación – para privilegio de unos y desmedro de otros- va asociada, acto seguido, a la aparición de valoresen torno a la propiedad, se legitima la desigualdad. El delicado equilibrio entre hombre y naturaleza se rompe a partir de un desequilibrio anterior en la horizontalidad de las relaciones sociales.

*El sacrificio del ecosistema es también el sacrifico de los sujetos concretos que forman parte de las sociedades donde éste se practica. La falsa conciencia sobre la cual se fundamenta la explotación irracional del ecosistema, es la separación entre el destino de la naturaleza y el destino del hombre. Esta falsa concepción afirma que la persona humana constituye un superorgánico, lo que le permite generar un ambiente en el que la naturaleza será sistemáticamente substituida por las creaciones culturales. El triunfo del hombre es, por lo tanto, un triunfo sobre la naturaleza.

El deterioro del ecosistema constituye un costo que debe ser pagada en pos de la elaboración de un mundo mejor. Por lo tanto, el sacrificio de la naturaleza es legitimado a partir de la concepción de una relación inversamente proporcional ala sacrificio humano. Se evita el sufrimiento humano en tanto se derrota a la naturaleza. Esta concepción es una formas de alienación, en cuanto aparece como la base ideológica fundamental de todo la sociedad altamente tecnologizada. Esta concepción ideológica esconde la directa relación entre sacrificio de la naturaleza y sacrificio humano.

La separación radical entre el orden natural y el orden cultural/humano, es un subproducto de las culturas altamente tecnologizados, las que inevitablemente tienden a configurar una autocomprensión que separa, como ya afirmamos, los sistemas o ámbitos de la realidad. En el contexto de la modernidad, esto se expresa en la separación radical del sistema económico del resto de los sistemas. Ello genera, como se dijo, una ética autolegitimante y autorreferente que superpone los valores que tienden a la conservación y superación del propio sistema económico, a aquellos valores que tienden a sostener a la sociedad como un todo integrado. Hombre y naturaleza son sacrificados en pos de los fines de la producción irracional.


*Los más pobres son los más débiles frente a los efectos de la depredación ecológica. Las ideologías modernas originadas en la Ilustración, tendían a plantear que el desarrollo tecnológico tendría como fin inevitable el mejoramiento concreto y progresivo de las condiciones de vida de los más pobres dentro de cada sociedad. De esta forma “los desterrados del paraíso de la modernización” lograrían por medio del desarrollo tecnológico, la superación de su condición de marginados. Esto, en virtud de un proceso en que el desarrollo tecnológico acarrearía una mayor producción de bienes y servicios, mejorando la vida para cada vez más amplios sectores.

Esto se ha demostrado falso en los marginados del Tercer Mundo, puesto que el incremento del desarrollo tecnológico, aumenta la dependencia tecnológica. Y son más marginados quienes por su misma condición de desplazados socio-culturales, no pueden acceder al manejo de la tecnología. Es así como en el contexto latinoamericano, el reto de la ecología cultural es ser capaz de generar conocimiento que pueda sustentar nuevas utopías que denuncien el sacrificio irracional del medio ambiente; que es, finalmente, sacrificio humano encubierto, y propongan al mismo tiempo, nuevos caminos para relacionarse con la naturaleza.


NOTAS


(1) Jean Jacques Rousseau nos plantea en su “Discours sur l’ Origine de l’ Inegalité Parmiles hommes” de 1775, que sería la sociedad altamente complejizada la que corrompela natural tendencia del hombre primitivo hacia ciertos valores como lo es respecto a la naturaleza. Según algunos autores esta concepción deriva, en el mundo occidental, en la defensa que hace el Padre Bartolomé de las Casas de los indígenas latinoamericanos.

(2) EL PROYECTO DE LA ILUSTRACION se funda en el sometimiento que el temor a Dios lleva asociado: temor a los demás hombres y temor a la naturaleza.

(3) El substantivismo es una corriente particular originada en la antropología económica,según la cual los procesos económicos de las sociedades no capitalizadas deben ser analizados con independencia de las categorías analíticas de la ciencia económica occidental. Dicha ciencia supone una tendencia absoluta hacia la maximización de laganancia. Un interesante tratamiento del tema se encuentra en el libro de M.Sahlins y E.Service “Evolution and culture”, Ann Arbor, U, de Michigan 1960.

(4) Para el antropólogo norteamericano Marvin Harris, esto guarda relación con unarevalorización de categorías de corte materialista a nivel del mundo intelectual de los países desarrollados, lo cual viene a oponerse a categorías que se manejan dentro de lo que percibe él como un relativismo axiológico en el análisis de los fenómenos socio culturales.

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